Recuerdo que corría el año 1996. Estando a los conejos en Val de Fornos, veo que viene entre el monte un bichejo que nunca había visto, al menos en nuestros campos. En un principio me encaré la escopeta pues venía el mozo rastrero como un conejo, pero rápidamente la bajé al no identificar ese raro animal. A mi siempre me han gustado los animales, y haciendo memoria, se parecía a unas mangostas africanas que salían en las enciclopedias de Fauna salvaje que tenía en casa.
Expliqué a la cuadrilla qué me había entrado y no supieron decirme qué podía ser aquello que había visto en ese monte.
Pasaron las semanas y casualidades de la vida, al terminar la jornada de caza precisamente por esa misma zona, en lo que es ahora el coto privado de Valfondiño, recogemos al ya fallecido Hermindo Román que venía andando de su caserío de campo por el camino dirección al pueblo. En el trayecto, este señor nos hace la siguiente pregunta:
"vos que sois cazadoris y que sabéis us animáis du campu... ¿sabéis u que son unhus perriñus piquininus, oscurus jaspeaus, con a cola larga y con orellas de mono?... ei nunca us había vistu paraqui"
Lo recuerdo perfectamente, pues lo de las "orejas de mono" me llamó mucho la atención y me hizo gracia. Al decir eso, inmediatemente me vino a la cabeza la imagen de aquel animal que ví semanas atrás y que no supe identificar, al igual que tampoco lo hizo este señor de campo de toda la vida.
Lugar donde hace casi 20 años vi por primera vez al meloncillo.
Desde entonces, la expansión de este mustélido ha sido imparable, hasta el punto de ser muy frecuente en todo el término municipal.
No se pueden dejar de lado las historias que cuenta o contaba la gente por aquel entonces, en tono a la aparición de los mismos. Unos afirmaban que los soltaron gente en todo terreno y que los traían en jaulas, es más, sé de buena tinta personas que al parecer vieron "abrindu as jaulas dus perriñus en us cochis" como dicen ellos. También he escuchado que estos animales eran procedentes de capturas controladas de Doñana que se realizaron en aquel tiempo, por su excesiva población allí y que entraba en competencia directa con el lince. También se llegaron a escuchar rumores que los lanzaban en paracaídas desde helicópteros, pero bueno, supongo que el promotor de esto sería alguien con mucho sentido del humor, pues evidentemente esto último no tiene fundamento.
Sea como sea, el meloncillo en estos casi 20 años ha influído sobremanera en el campo y directamente en la caza menor. Es un animal muy inteligente que siempre caza en grupo y está más que demostrada la predación sobre las especies de menor y desde hace ya bastantes años también sobre el ganado doméstico. Las veces que hemos repoblado con conejos y puesto la malla en torno a los vivares artificiales para mantenerlos unos días hasta que se avituaran a ellos, siempre han sido los meloncillos los encargados de dar al traste con todo. Su tamaño, su carácter predador, su estrategia de caza en grupo, la falta de enemigos naturales y su dieta omnívora , hace que cada año aumente su población.
En este sentido, me cuenta gente que los ha visto subidos a los árboles comiendo fruta, yo concretamente los he visto comiendo uvas en las viñas, amén del ternero o cordero recién nacido que atraídos por el olor de las "pares" le comen el hocico o parte de las nalgas.
Parece ser, que las contínuas quejas de los agricultores, han sido el detonante para que al menos se estudie la posible baja del catálogo de especies amenazadas de Extremadura. Estaremos atentos.
